Obispas

LOS LAICOS ingleses han hundido por unos años la posibilidad de que la Iglesia anglicana disponga de obispas. Es chocante, porque nunca hemos visto fotografías de unas chicas tan guapas deseosas de encasquetarse la mitra. Quizá es por eso por lo que los de a pie han ayudado poco. Aunque la vocación de las muchachas era notable: qué ojos claros, qué frescura mantenida con hijos de 12 años. Ejemplares únicos. Ya quisiéramos aquí que Rouco, sin ir más lejos, se pareciese a alguna: no tenemos suerte. Allí hace 20 años que les permitieron ser sacerdotes (hay algunas espantosas, eso es cierto), que afirman: «No hay forma de que pudiéramos sobrevivir sin nosotras en este momento». Se ve que la competencia masculina es incompetente. Con decir que el Papa anglicano votó por las obispas y era un poderoso negociante en petróleo es bastante. La Iglesia romana vegeta en manos centenarias y más o menos masculinas. Está claro: o admite señoras y casa a los curas o tendrá que romper la baraja. Dios creó al ser humano, y lo hizo macho y hembra: lo de la costilla de Adán es una pista.